“Porque el tiempo es una fronda viva, maleable, sólo igual a sí misma, sin principio ni fin, sin un norte al que orientarnos. No hay dirección ni camino por el que transitar porque todo puede suceder o no suceder nunca.”
De El golfista complaciente. Luis R. Cao
Después de “Vendrá la muerte y dirá mi nombre”, Luis R. Cao (Lugo, 1957), nos ofrece con su “golfista complaciente” (Zarabanda edicións, 2015) un delicioso ejercicio de de placeres sobrevenidos, los mismos que se conceden a aquel que decide desde muy joven no pelearse con la vida. Sutil erotismo y también hedonismo del que se permite dejarse amar. Esto podría ser todo si no se tratase de Cao, claro; sus novelas siempre buscan la intensidad de las esencias del comportamiento humano y cualquiera sabe que nada es sencillo y que todo acto a la postre causa dolor propio y ajeno. Ahí encontramos los absurdos del vivir que amamos y denostamos a partes iguales con sentido de diletante sobrealimentado.
“El golfista” resulta ser así una delicia para los sentidos siempre atenta al temor que producen en nosotros las transgresiones y las arduas consecuencias que planean sobre el sujeto que se sabe inmerso en el sentimiento de los demás. Esos “otros” que siempre existen, que están ahí con su pensamiento erróneo y su deseo de poseer lo que nunca les debiera haber sido otorgado.
Es, así, la vida que ocurre y acarrea consecuencias, que trae plenitud y también vacío. Toda una lección aplicada, obra de un escritor que es músico y psicólogo y tantas otras cosas mas sin las cuales no podría ser como es, ni escribir como escribe, aunque a veces le gustaría negarlo. No es cosa de perdérsela.
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