critica en torno a nuestra Breve Historia de Napoleón


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Salida del nº 70 de EDUGA, Revista Galega do Ensino


Salida de la publicación semestral que dirigimos. Esta vez entrevistamos a Jesús López Prado, director del conservatorio profesional de A Coruña, que nos ha presentado en la entrevista un extraordinario proyecto con alumnos de NEAE.

 

“El golfista complaciente” una novela de Luis R. Cao.


Luis Cao

“Porque el tiempo es una fronda viva, maleable, sólo igual a sí misma, sin principio ni fin, sin un norte al que orientarnos. No hay dirección ni camino por el que transitar porque todo puede suceder o no suceder nunca.”
De El golfista complaciente. Luis R. Cao

Después de “Vendrá la muerte y dirá mi nombre”, Luis R. Cao (Lugo, 1957), nos ofrece con su “golfista complaciente” (Zarabanda edicións, 2015) un delicioso ejercicio de de placeres sobrevenidos, los mismos que se conceden a aquel que decide desde muy joven no pelearse con la vida. Sutil erotismo y también hedonismo del que se permite dejarse amar. Esto podría ser todo si no se tratase de Cao, claro; sus novelas siempre buscan la intensidad de las esencias del comportamiento humano y cualquiera sabe que nada es sencillo y que todo acto a la postre causa dolor propio y ajeno. Ahí encontramos los absurdos del vivir que amamos y denostamos a partes iguales con sentido de diletante sobrealimentado.
“El golfista” resulta ser así una delicia para los sentidos siempre atenta al temor que producen en nosotros las transgresiones y las arduas consecuencias que planean sobre el sujeto que se sabe inmerso en el sentimiento de los demás. Esos “otros” que siempre existen, que están ahí con su pensamiento erróneo y su deseo de poseer lo que nunca les debiera haber sido otorgado.
Es, así, la vida que ocurre y acarrea consecuencias, que trae plenitud y también vacío. Toda una lección aplicada, obra de un escritor que es músico y psicólogo y tantas otras cosas mas sin las cuales no podría ser como es, ni escribir como escribe, aunque a veces le gustaría negarlo. No es cosa de perdérsela.

De incomodidades e indisposiciones


Panorama_of_La_Habana_(Amsterdam,_17th_century)

La incomodidad y sus razones, aquella maldita manera de mostrarse analítico sin ninguna necesidad, tal vez el pantalón demasiado estrecho que le oprimía inmisericorde la cintura, el sol tropical intuido mas allá de la sombra benefactora acompañada de ron refrescado con cicatería por el peor de los mesoneros de la Habana, la largura de un viaje que en realidad había deseado emprender casi con anhelo de insustancial mequetrefe desde hacía ya bastantes meses y que ahora se había tornado plano como de dique seco exento de industria y humedad. Un ser amurado a un malecón sintiendo incomodidad, qué diletante majadería. Estaban además aquellas caderas como de ensoñación lúbrica que, al pasar, tan mal casaban con el rendido amor que se debía a su incipiente matrimonio; incomodidad porque de nuevo se hallaba sumido en aquella especie de carrusel demente del que nunca había sabido como bajar.