El Gran Capitán: guía de viaje…


 

 


Hace tiempo alguien me escribió comentándome que vendría bien haber incluido en la novela algunos mapas descriptivos del desarrollo de las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba que allí se relatan. Lo cierto es que en la novela ya existe un mapa histórico, precioso además, que ambienta muy bien, aunque no describe ni campañas ni itinerarios. La protesta le hizo mucha gracia a Josep Mengual, amigo y editor, que ante el comentario me había respondido con su seny habitual algo parecido a “¡Pues mira que como para perderse en el Mediterráneo!”.

Pero bueno, bien es cierto que con un mapa descriptivo al lado, seguramente la acción se sigue mejor. Para aquellos que deseen utilizarlos, aquí les dejo la reproducción de los publicados en la Historia de España, Menéndez Pidal, vol. XVII**, los Reyes Católicos, que, en realidad, no son más que una versión mejorada de los realizados por Luis María de Lojendio: Gonzalo de Córdoba (El Gran Capitán), Madrid, Espasa Calpe, 1942.

En mi opinión se adaptan perfectamente al curso de la novela. La sucesión sería:

1) Cefalonia, 2) Ceriñola, 3) Garellano

 

 

 

cefalonia.jpg

Ceriñola

 

Garellano

Cuando un amigo se toma la molestia…


No queda más que agradecérselo y dar cuenta aquí de su generoso esfuerzo. También a la excelente bitácora Viento de Poniente.

Un editor con pipa


Daniel Fernández, foto El Pa�s

 

Es bien sabido que siempre ha resultado difícil encontrar editor, más aún si se desea un editor que se implique en las obras que produce. En este sentido, soy consciente de que tengo mucha suerte, Daniel Fernández es un editor con “seny”, pipa y silla reclinable, disfruta con lo que hace y esto siempre se nota. Es ya la tercera vez que confía en mis manuscritos y bien que se lo agradezco, entre otras consideraciones porque Edhasa ha sido siempre mi editorial de referencia, desde que por primera vez cayera en mis manos “El Conde Belisario” de Graves, ¡quien diría, entonces, que con el andar del tiempo y por razón alfabética llegaríamos a ser vecinos de catálogo!

Nadie duda de que cuando de Narrativa Histórica se trata, el referente es Daniel Fernández, de él aprendo todos los días, como muestra les dejo dos entrevistas recientes en torno al auge de la narrativa con telón histórico de fondo.

Esta en El País y en PDF otra Entrevista a Daniel Fernández, en la revista Clío

También dos fragmentos de su intervención en la presentación de mi novela “El Gran Capitán”, comprobarán su saber, su verbo fácil y la cálida amistad que trasmite, no me queda más que agradecerle su confianza y su amistad.

 

Cándido en las Misiones


 

La cuestión jesuítica en versión del viejo y resabiado Voltaire, ya supondrán que no tiene desperdicio:

“¿Con que tu ya has estado en el Paraguay? Le dixo Candido. Friolera es si he estado, replicó Cacambo; he sido pinche en el colegio de la Asunción, y conozco el gobierno de los padres lo mismo que las calles de Cádiz. Es un portento el tal gobierno. Ya tiene mas de trescientas leguas de diámetro, y se divide en treinta provincias. Los padres son dueños de todo, y los pueblos no tienen nada: es la obra maestra de la razón y la justicia. Yo por mí no veo mas divina cosa que los padres, que aquí están haciendo la guerra á los reyes de España y Portugal, y confesándolos en Europa; aquí matan á los Españoles, y en Madrid les abren de par en par el cielo: vaya, es cosa que me encanta. Vamos apriesa, que va vm. á serel mas afortunado de los humanos. ¡Qué gusto para los padres, quando sepan que les llega un capitán que sabe el exercicio búlgaro!”
…/…

“Ya sabe vm., querido Candido, que era muy bonitillo; creció mi hermosura con la edad, de suerte que el reverendo padre Croust, rector de la casa, me tomó mucho cariño, y me dio el hábito de novicio: poco después me enviaron á Roma. El padre general necesitaba una leva de jesuitas alemanes mozos. Los soberanos del Paraguay admiten lo menos jesuitas españoles que pueden, y prefieren á los extranjeros, de quien se tienen por mas seguros. El reverendo padre general me creyó bueno para el cultivo de esta viña, y vinimos juntos un Polaco, un Tirolés, y yo. Así que llegué, me ordenaron de subdiácono, y me dieron una tenencia: y ya soy coronel y sacerdote. Las tropas del rey de España serán recibidas con brío, y yo salgo fiador de que se han de volver excomulgadas y vencidas.


Voltaire, Cándido.