El verdadero arte consiste en llegar hasta las últimas consecuencias […] Amo todo lo que fluye, todo lo que contiene el tiempo y el porvenir.
Trópico de Cáncer. Henry Miller
Un encuentro mas, hurtado a las miradas malévolas de los otros, apenas el quicio de un portal cualquiera, prestando un mínimo abrigo frente al invierno. Fumamos y charlamos quedamente, trasmitiendo a toda prisa la información esencial para la clandestina intendencia de los próximos días. Ella siempre mira a los ojos, levantando levemente el mentón para comprobar el efecto de sus palabras sobre tu ánimo. Casi imperceptiblemente comienza a trazar leves figuras geométricas con su pierna izquierda, elabora círculos imaginarios en el aire, mostrando la firmeza de la cara interna de su muslo suspendido en la nada; trasmite deseo, se que huele a hembra, desprende el aroma primigenio de las grandes reproductoras, un hálito que casi se puede observar fluyendo a través de los poros de su piel luminosa, ahora mismo se abandonaría al placer, a cualquier placer que pudieses ofrecerle, escrutando la tenue profundidad de su ser, nada de esto le es ajeno, lo quiere todo desde el principio al final y conoce que lo disfrutará, tan intensamente como pueda, lo ha sabido siempre, desde que era una niña, pero tal vez ahora ha llegado el momento del abandono y la entrega; el día es gris pero todo brilla y cobra sentido; regresas a lo cotidiano, te duchas apresuradamente, lees a Miller y compruebas que acostumbra a tener razón: «El sexo es una de las nueve razones para la reencarnación… las otras ocho no son importantes.»
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