Cándido en las Misiones


 

La cuestión jesuítica en versión del viejo y resabiado Voltaire, ya supondrán que no tiene desperdicio:

“¿Con que tu ya has estado en el Paraguay? Le dixo Candido. Friolera es si he estado, replicó Cacambo; he sido pinche en el colegio de la Asunción, y conozco el gobierno de los padres lo mismo que las calles de Cádiz. Es un portento el tal gobierno. Ya tiene mas de trescientas leguas de diámetro, y se divide en treinta provincias. Los padres son dueños de todo, y los pueblos no tienen nada: es la obra maestra de la razón y la justicia. Yo por mí no veo mas divina cosa que los padres, que aquí están haciendo la guerra á los reyes de España y Portugal, y confesándolos en Europa; aquí matan á los Españoles, y en Madrid les abren de par en par el cielo: vaya, es cosa que me encanta. Vamos apriesa, que va vm. á serel mas afortunado de los humanos. ¡Qué gusto para los padres, quando sepan que les llega un capitán que sabe el exercicio búlgaro!”
…/…

“Ya sabe vm., querido Candido, que era muy bonitillo; creció mi hermosura con la edad, de suerte que el reverendo padre Croust, rector de la casa, me tomó mucho cariño, y me dio el hábito de novicio: poco después me enviaron á Roma. El padre general necesitaba una leva de jesuitas alemanes mozos. Los soberanos del Paraguay admiten lo menos jesuitas españoles que pueden, y prefieren á los extranjeros, de quien se tienen por mas seguros. El reverendo padre general me creyó bueno para el cultivo de esta viña, y vinimos juntos un Polaco, un Tirolés, y yo. Así que llegué, me ordenaron de subdiácono, y me dieron una tenencia: y ya soy coronel y sacerdote. Las tropas del rey de España serán recibidas con brío, y yo salgo fiador de que se han de volver excomulgadas y vencidas.


Voltaire, Cándido.

Una respuesta

  1. […] vez he entrelazado dos historias paralelas, una en la corte de Felipe II y otra en las misiones jesuíticas del Paraguay a mediados del siglo XVIII, la respuesta, obviamente, se hallará al final. A lo largo de este blog […]

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