Mucho se ha hablado ya de los intentos de implantación de nuevos dispositivos electrónicos de lectura como el Kindle que comercializa Amazon. Por ahora, más parece un inquietante medidor de tensión arterial que un elemento de ocio. Para Daniel Fernández, mi editor en Edhasa, el enjendro, como sus precedentes, sigue recordando a las «tablillas sumerias», me he reído con el símil y es que sustituir el olor de la tinta recién impresa sobre un buen papel va a resultar difícil.
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A mí que me den el papel. Tienes toda la razón, el olor de un libro nuevo al abrirlo es insustituible. Cuando era niña al empezar el curso lo primero que hacía era abrir los libros y olerlos.
Claro que como archivo de volúmenes de consulta, el ordenador…o una casa tan grande como el Palacio de Liria.
Un abrazo.
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Si, lo mismo me ocurre amí, ahora no podría vivir sin el google earth! Un beso Conchita.
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No sé ti a tí también te ocurre ésto pero yo me sentí muy identificada. Y me harté de reir.
Un abrazo.
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Es genial, los monjes me recuerdan la primera vez que me sentaron ante un PC, «haga doble click» me decía el niñato…
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«Haga doble click», jaja, me recuerda a la primera vez que leí un libro de cocina, ya independizada: «se corta la verdura en juliana….». ¿Lo qué?, pues lo mismo con el ordenador. Yo soy clavadita al pobre monje torpe.
Me voy unos días, a la vuelta te escribo.
Un abrazo.
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